Meghan Markle, la plebeya de la que todos hablan
Fue una cita a ciegas lo que dio inicio a esta historia de amor con tintes de cuento de hadas moderno. El príncipe Harry ya estaba “loco” por la actriz estadounidense Meghan Markle como espectador de la serie Suits, donde ella interpretaba a la bella y carismática abogada Rachel Zane. Le decía a sus amigos que era “su mujer ideal”. Y cuando Meghan estuvo de paso por Londres en julio de 2016, Harry le pidió a un amigo en común, dueño del exclusivo club Soho House, que los presentara.
Como era esperable, el flechazo fue instantáneo. Todo fue “tan increíblemente rápido que confirmé que todas las estrellas estaban alineadas”, dijo él.
Y antes de cumplir dos años de noviazgo, ¡se anunció la boda real! Miles de flashes y focos de prensa están expectantes ante el gran evento que tendrá lugar el próximo 19 de mayo en la Capilla de San Jorge. En ese momento, Meghan pasará oficialmente a formar parte de la familia real británica, posiblemente cambiando su nombre a Raquel Margarita.
Pero, ¿quién es esta actriz que tiene loco al menor de los Windsor?
Nacida en 1981 en California, es hija de una psicoterapeuta afroamericana y un director de fotografía. A raíz de esto, pasó su infancia entre sets de series como “Married with children”. Pero fue una amiga -y no su padre-, quien la hizo aterrizar en el mundo de la actuación. Ella le entregó a su manager una copia de un corto que Meghan hizo en la universidad y, en poco tiempo, obtuvo papeles en series como 90210, CSI: NY y Fringe, hasta llegar al rol que la consagró: Rachel Zane, la pasante del estudio de abogados y novia de Mike Ross en Suits.
En 2011 se casó con Trevor Engelson, su novio de siete años, pero se divorció en 2013. Se dice que le devolvió el anillo matrimonial por correo. Y a fines del pasado noviembre anunció su compromiso con el príncipe mediante una entrevista televisiva. Andrew Morton -quien también fue biógrafo oficial de Diana de Gales-, contó que “fue Harry quien suplicó por ella. Él tenía más que ganar y Meghan más que perder”.
Aunque Meghan ya aparece en público oficialmente junto a Harry y pasó la última Navidad con los Windsor, no será llamada princesa ya que, según las estrictas convenciones de la monarquía británica, el hecho de no ser noble de nacimiento lo impedirá. Será llamada Duquesa cuando su futuro esposo sea nombrado Duque de Sussex, título que le sería entregado como obsequio de bodas por su abuela, la Reina Isabel II.
Como parte de su preparación para ser parte de la Familia Real, llena de protocolos y poco tolerante al exhibicionismo farandulero, Meghan ha debido dejar de firmar autógrafos, pintarse las uñas, practicar deportes extremos, usar ropa “provocativa”, trabajar y hasta debió cerrar su cuenta de Instagram. Una serie de sacrificios para una mujer que ha demostrado tener una personalidad fuerte y determinada. “Nunca he querido ser una dama que asiste a almuerzos, siempre he querido ser una mujer que trabaja”, escribió en The Tig, su famoso blog de estilo de vida que también debió cerrar.
Ser estadounidense y divorciada no es exactamente un plus a la hora de integrarse a la nobleza, aun cuando se sabe que Meghan cuenta con la aprobación de Isabel II. Morton, todo un experto en la monarquía británica, considera que “ella es segura, no le tiene miedo a la cámara y tiene un historial de compromiso con los derechos de la mujer” y cree que “Meghan y Harry serán una pareja con poder. Juntos pueden cambiar las cosas”. Para el biógrafo, “los Fab Four (junto a su futuro cuñado el príncipe Guillermo y su esposa Kate Middleton) impulsarán un cambio radical en la monarquía”.
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